martes, 3 de junio de 2008

Mártires

En sus orígenes, la palabra mártir significaba testigo (etimológicamente proviene de martyrion, que quiere decir testimonio), y se aplicaba a la persona que padece y muere por la religión. Con el paso del tiempo, el concepto se amplió, y en la actualidad incluye también a las personas que mueren o padecen mucho a causa de sus creencias e ideales. Es decir, se dejó la esfera religiosa para referirse a las convicciones en general.

Las más claras definiciones son siempre los ejemplos. Es más fácil de recordar un sustantivo propio, que toda una frase larga y a veces compleja. La palabra que titula este artículo, no es la excepción. Son los mártires los que fueron moldeando su propio rótulo, y muchas veces también los llamamos héroes, ídolos o hasta leyendas. Los hubo durante toda la historia de la humanidad, pero es en el Siglo XX, cuando más claros los vemos, y donde más parecen abundar.

Al ser personas con ideales, muchas veces dividen las opiniones, y son causas de conversaciones y debates. Algunos tienen más aceptación que otros, hasta algunos son cuestionados y no se los llega a considerar mártires. Lo único que es claro y absoluto es que existieron, que ocupan lugares importantes en la historia del hombre, y trascienden al tiempo. Martin Luther King, Ernesto “Che” Guevara, Gandhi, Biko, sólo algunos de los más conocidos. Existen también los mártires colectivos, grupos en los que no resaltan nombres, pero forman parte de una masa uniforme que luchaba por sus ideales hasta el final. Los soldados de la Guerra de Malvinas, son un cercano y preciso ejemplo, que sin sentido y obligados a luchar, defendieron su bandera.

Pero los nombrados antes, no son los únicos mártires que escribieron (y siguen escribiendo) nuestra historia. Existen muchos que no son reconocidos, algunos anónimos, que han hecho una batalla menor que los “grandes hombres”, pero merecen igual un agradecimiento. Son granitos de arena que ayudan a mejorar nuestra vida cotidiana, aunque nunca lo sepamos.

En países como Argentina, ciego a los problemas, sordo a los reclamos, y mudo a las soluciones, abundan mártires de este tipo. Dije párrafos atrás que el ejemplo es la mejor forma de definición. Cromañón, uno solo y suficiente. Esos doscientos jóvenes fueron mártires, héroes para todos nosotros y salvadores. Para el Gobierno, fueron sólo un gran problema y un disparador. Sin ellos, nunca se hubieran tomado las medidas de seguridad, hoy presentes en todos los establecimientos de la Ciudad.

A pesar de esa gran masacre, todavía encontramos soluciones luego de momentos críticos. Escribí esta nota después de leer en el diario que un bebé y su madre fueron atropellados en una esquina sin semáforo. El primero perdió la vida, y lo curioso es que esa misma mujer reclamaba hace tiempo que se señalizara esa calle, pero la Municipalidad había contestado que iba a hacer imposible. Será cuestión de días para que el tan esperado semáforo aparezca.

Es horrible pensar que cada avance hacia el confort y la seguridad, sea producto de una víctima fatal. Pero parece ser así. El sistema de registro para conducir, sucede a la enorme cantidad de muertes por accidentes de tránsito.

Muchas veces esta oscura forma de proceder no sólo pasa en la Argentina. A nivel mundial pasa lo mismo con el deterioro ecológico, la contaminación, la deforestación. Medidas que provienen de consecuencias. No siempre los errores son reversibles, y entonces ya no queda nada para hacer.

Somos nosotros, la especie humana, quien yerra y corrige, que se arrepiente tarde, y pide perdón a sus hijos por dejar el mundo así. ¿Es un círculo vicioso? ¿Habrá que derramar mucha más sangre para poder vivir como debemos y queremos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

“… tan nudosa es la madera de que está hecho el hombre que con ella no se podrá tallar nada recto” (Kant)